lunes, 31 de enero de 2022

Al parecer, tercer año de coronavida (inserte cara de estupor)

¿qué tal, amables parroquianos que siguen frecuentando este reducto de las viejas glorias de comodicelagente joven: mucho texto?

Me extravié de estas tierras por estos meses porque nos pasó una aplanadora llamada vida por encima: líos con la televida,  líos con la vida en persona, y mucho, pero mucho trabajo. Como me gusta creerme indomable y le hago al autoflagelo que se llama trabajar independiente cada fin de año me exploto como tercermundista produciendo algo de forma masiva..ah caramba, que si soy! bueno, guardando las proporciones, claro, no es como que saque mil reproducciones de alguno de mis trabajos (o quizás si?, no, mentira, sólo algún ciento), así fue como me embarqué en la vorágine llamada fin de año mientras veía que el mundo se caía a pedazos... pasaron demasiadas cosas en muy poco tiempo, aún tengo rastros de una erupción  bien satánica en las manos como respuesta a la presión, pero lo importante es que estamos vivos y ¿sanos? bueno, no estoy tan segura, siendo 31 de enero del horrendamente largo año que es 2022 esperamos un resultado de PCR porque mi compañero (a.k.a. marido, a.k.a. chofer) es contacto estrecho de un muchacho de su trabajo que... redoble del tambores... ha salido contagiado del mentado virus.

En fin, estamos a la espera en cuarentena aún más voluntaria de la que llevamos haciendo estos años (yo sólo procuré trabajar al aire libre, en serio prometo sobre mi futura tumba que nos hemos cuidado hasta parecer exageración), y eso me recordó que desde diciembre quería actualizar acá.  La verdad es que me regalaron unas revistas Life de la década del '50 y además pillé un filón de pulpas Molino de la Biblioteca Oro de los '40 con ilustraciones gloriosas que pronto compartiré, pero quiero dejar registro de lo último que hice antes de la alerta de bomba: un taller de dibujo para jóvenes y adultos pero por problemas de difusión de la municipalidad (que son quiénes me encargaron el taller) acabó con niños pequeños, pero por fortuna las criaturas supieron tolerar mi metodología y logramos resultar todos ilesos al final del curso.

A continuación fotos de mi agradables asistentes







En esta ocasión el taller no tenía certificación, por lo que no hubo ni exposición ni ceremonia donde verme fabulosa con mis manos de leprosa en alguna foto.. pero bueno, se sintió lindo hacer un taller después de estos años, aunque tuviéramos que estar frente a una puerta abierta para tener la mejor ventilación posible... tengo un material complementario breve sobre el taller, si alguien lo quiere lo puedo mandar por correo, dejo el dato, parece que la coronavida no acaba jamás y a veces es bueno hacer algo distinto para no enloquecer en las rutinas de siempre.

Y eso por ahora, en los próximos días dejaré páginas de las novelas Molino, están en excelente estado, y entre todas venía una edición española (todas las que tengo son de Argentina)

¡Nos vemos pronto!